viernes, 1 de junio de 2012

Rojo

El increíble cielo que contemplaba, no solamente absorbía su inmensidad, sino que también calma su ansia. Obsoleto y minúsculo, tal como un grano de arena en la playa. Dos cristales cual ventanal y un gozoso impulso sintieron los andares del camino. Mañana, cuando llueva, ocultos entre los charcos, sonreirán recordando. Un rozado se asomó de golpe. Sin tocar la puerta se dio por permitido y entró. Se acomodó donde pudo, mirando siempre al oculto. Conversaron un rato y se subió a los silencios. Bajo las canaletas, pasaba el agua mientras el sol volvía a brillar. ¿Habrá más primaveras? Se preguntaban. Cuando se borre el cansancio y renazca la azucena. Repetían. Siempre que volvían, soñaban. Siempre que soñaban, volvían. Primero un impulso, luego el olvido y tal vez una taza de azúcar para no sentir el ilícito. Son ampollas del futuro, lo que me duele y hace frío. Anudamos el cordel, enredamos el camino. Doble nudo y desastre, pasadas las doce un himno. El de música de piano, el que se canso de cubrirnos. Pudo ser mientras volaban, los pequeños soldaditos. Prefiero creer que eran ellos, los que nos susurraban bajito. Un rojo grito de golpe, no quise sentir poquito. Su figura esta cambiando. De apoco, muy de a poquito.

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