lunes, 4 de junio de 2012

El perfume de la magnolia



Se juntaron a charlar. Era un día de semana, misterioso como cualquiera. Después de algunas tantas oraciones innecesarias, planearon otro encuentro. Se disiparon las dudas de cualquier compromiso pendiente para la fecha estipulada, y combinaron los horarios.
Seguí caminando. En la estación estaba, como todas las mañanas. Siempre la veo, supongo que por coincidencia, tomamos el mismo tren de las 9:45 cada día. Viajamos rápido, se llega cómodo a esa hora. Un día voy a intercambiar algunas palabras. No porque realmente me interese o atraiga, pero se me ocurre que podría compartir mis viajes con ella.
Perdí noción del tiempo, debo haber estado horas hablándole de ella. Creo que hasta me olvide de contarle de mi nuevo trabajo y de las magnolias que plante en el jardín de adelante. Le gustan tanto que me visitaría solo para pasar un rato con ellas. Son tan pequeñas, y llenas de color , iluminan todo el césped.
No hubo más que este momento. Establecieron su conformidad hacia aquella charla, o tal vez decidieron no repetirla. No podemos negar contratiempos, los cuales nunca desaparecen con facilidad. El inmenso mundo en el que aquellos se dejaron estar, compartía vigorosidad con las blancas magnolias, no así su exquisito perfume.
Llovió tanto, pero tanto. Los papeles terminaron en el suelo, arrimados al fuego junto a él gato. No cayó mucha agua hasta que empezara a mirar por la ventana, no debía de suceder. Acostumbro a mirar por ella. Esos cristales hacen que lo recuerde. No todos, solo ese.
Hoy le hable, parecía una infanta con su guardapolvito azul. Es hermosa, nunca había notado sus pestañas a la distancia. Se asoman como insinuando en cada parpadeo. Decidí detener la inspección, delegarle el tiempo a su torbellina poesía. Se esfumo aquel móvil que incentivo mi balbuceo, no hacia más que detenerme el tiempo.
Muy a prisa corre, el espacio la inunda. Su pecho se agita, la avenida continua sin ánimos de detenerse. Lleva algún retraso, antes un lento paso, el que le impuso la corrida. Zapatos de cuero, esos que tenia de niña. Extrañaba, no a estos, la niñez. Sucumbió la marcha, se aplaco aquel método. Despertó en la plaza, y se incorporo junto a las hamacas. No comprendía, era demasiado tarde.
Amelia. Nos conocimos en la secundaria. De carácter fuerte y un poco severa a la hora de sacar a pasear sus diplomáticas, no por esto menos hirientes, lecciones de vida. No tengo idea como llegamos a hablarnos, pero a los dos meses del comienzo de clases ya estábamos bastante adaptados el uno a él otro. Compartimos demasiados momentos desagradables, fue un año sin inocencia para los dos…
Hoy amaneció tempestuoso. Mil caminatas circulares no detuvieron su partida. Vanas conquistas permanecen ansiosas, aguardan, sigilosas su arribo, tu arribo, mi arribo, nuestro encuentro.
Tal vez la ironía o el rizoma de la vida, la bifurcación del camino.

viernes, 1 de junio de 2012

Rojo

El increíble cielo que contemplaba, no solamente absorbía su inmensidad, sino que también calma su ansia. Obsoleto y minúsculo, tal como un grano de arena en la playa. Dos cristales cual ventanal y un gozoso impulso sintieron los andares del camino. Mañana, cuando llueva, ocultos entre los charcos, sonreirán recordando. Un rozado se asomó de golpe. Sin tocar la puerta se dio por permitido y entró. Se acomodó donde pudo, mirando siempre al oculto. Conversaron un rato y se subió a los silencios. Bajo las canaletas, pasaba el agua mientras el sol volvía a brillar. ¿Habrá más primaveras? Se preguntaban. Cuando se borre el cansancio y renazca la azucena. Repetían. Siempre que volvían, soñaban. Siempre que soñaban, volvían. Primero un impulso, luego el olvido y tal vez una taza de azúcar para no sentir el ilícito. Son ampollas del futuro, lo que me duele y hace frío. Anudamos el cordel, enredamos el camino. Doble nudo y desastre, pasadas las doce un himno. El de música de piano, el que se canso de cubrirnos. Pudo ser mientras volaban, los pequeños soldaditos. Prefiero creer que eran ellos, los que nos susurraban bajito. Un rojo grito de golpe, no quise sentir poquito. Su figura esta cambiando. De apoco, muy de a poquito.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Plomo de lluvia

Soñé con vos. Estabas tan quieto que hasta parecías dormido. Te miraba y solo veía tu cara, tu cuerpo estaba como queriendo escaparse, se movía y a la vez la quietud lo envolvía. Te habías acordado de mí antes. No me dijiste nada más que hasta luego. Soñamos que estamos juntos ahora, los dos soñamos lo mismo. Me fijo el reloj y se detuvo a las 5. Tus labios están rojizos, igual que cuando me besabas. Estabas sudando muy fuerte, por eso las gotas caían, pero estas no eran transparentes, de negro se teñían. Y formaban charcos grandes, tan grandes como mi locura. Colores, mas colores, pintando la travecia. Gente, mucha gente, sus caras no me gustan. No son las que yo disfruto, no quieren, no me entienden, no les gusto. Tampoco tu cara me agrada, me gusta cuando reías, o cuando en mi cama te acostabas, cuando jugabas o cantabas. Siquiera hablarte me dejan, yo lo hacia de madrugada. Cuando dormidito estabas, cosas lindas te contaba. Pero ahora estas solito, con muñecas de porcelana. Esperando paso las horas, y murmurando a lo bajito, pasan los tenues doctores precisando cada pasito. Yo ya no tengo más ganas, no tengo más apetitito, mi aliento se fue desgastando, hijo moriré contigo. Solo no estarás ahora, yo estaré contigo, las llamas te consumieron a ti, este infierno me llevo contigo.

martes, 21 de junio de 2011

Fue AMOR


Intento explicarme el naufragio
de los colores en un tiempo gris
Soleado cantos me despiertan
un tiempo, y vuelvo a intentarlo.
Pero me falta tu sospecha.
Esa recta infringe una partida
que me solicita tomarla.
Me dispongo al ser de hoy
y muero.
Un viento leve vuelca al tiempo
Sos mi olvido eterno de violetas y viento.
Te espero en los lugares cubiertos
por tu música de viajero.
El abrigo que la eternidad me hiciera
no llega a los recobecos.
No hace más que detenerme el tiempo.

domingo, 19 de junio de 2011

Algo para recordar


Es posible que sea algo extraño. Nunca pude evitar no ser normal en algunos aspectos. Puede que esté tan alejado de la realidad que ni siquiera sé lo que en ella se proyecta.
Pero esto no afecta el curso del movimiento y de sus elementos. Las personas no notan diferencia alguna entre lo lógico y lo irregular. No toman en cuenta lo que en mí procede, o tratan por algún motivo de evadirlo para no sentir ningún tipo de apatía, de dolor, de pensamiento.
Alguna vez fijé vagamente mí atención en tratar de establecer la razón por la cual el continuo ejercicio de la vida cotidiana es dejado de lado, tomando como importantes aquellas cosas que inducen mi existencia. Quizá el valor o el tiempo que empleo en desarrollarlas, ejecutarlas, hace que no pueda recordarlas con facilidad.
No todo es desertado como intrascendente, no todo es abandonado. El lugar, la fecha y la hora de un encuentro prevalecen como necesarios para continuar “simulando esplendor”. He sido siempre una persona muy puntal, me gusta mucho llegar a horario. Trato de evitar contratiempos y tardanzas. Odio esperar y ser esperado. Odio también buscar a una persona en el medio de la muchedumbre.
Pero no creo que la gente consulte esto como signo de virilidad psíquica y mental. No me parece que tenga algo de sorprendente, de sobresaliente en una persona el hecho de recordar con facilidad ese tipo de datos.
Quizá el tiempo fue desgastando mi vida, haciéndola cada vez más una simple confusión y creando en ella una capa de sentimientos que no son compatibles con los verdaderamente lógicos que impone el tiempo.
No siempre se puede no sentir, olvidar, esconder, fingir, mentirse a uno mismo. Nunca pude engendrar la idea de estar bien por el simple hecho de ocultar lo que realmente temo. Jamás me opuse al hecho de que esto no sucediera en mi vida, pero no si yo puedo evitarlo.
No soy masoquista, no me gusta sufrir, la angustia me molesta, me hace menos fuerte, me debilita moralmente, me traiciona, me arroja hacia lo más profundo del pozo y me pisotea hasta dejarme casi sin aliento. Es por esto que repelo de todas aquella personas, todas las que se hacen las poderosas, fuertes, indestructibles, invencibles. Odio que finjan esa especie de superpoderes que los hace superiores, y que mediante ellos pueden manejarnos, intervenirnos para cambiar nuestra forma de ser, pensar y sentir.
Vale la pena agregar que mi vida se parece en su totalidad a una autopista. Una autopista colmada de autos. El destino es claro. De pronto todos los automóviles que están a mi alrededor comienzan a desaparecer. La tierra se los traga. El agua los cubre. Yo sigo. Sigo hasta el precipicio. Sigo pero me fui.

lunes, 5 de abril de 2010

Paseo en si






Tal vez ese tiempo haya sido maravilloso. Pero ya no lo recordaba. Guarda calma bajo la sombra de sus ilusiones la convicción del ayer. Mendigo impulso por volar.
Se sienta, cree que puede sentirse fuerte. Lo intenta. El silencio le perforo el tímpano y sacudió sus olores de juventud. Inexplicablemente y como si nada pudiera remediarlo, espía su alma. Navega la gracia de4l pobre que fue. Dibuja mares azules y rojos entre la soledad y la muerte. Un día. Los dientes se dejan ver. Baila. El arco iris nos muestra su esplendor en medio de la noche soleada.
GRITA
CUENTO
TEMPESTAD
Sentimiento mágico, EXIT
Decide olvidarlo. Es tan grande su libertad que debería dejarla andar. Comprende enseguida, retrocede. Olvido, cuenta infinita, cero. Se moja la cara, silencio.
El jardín aguarda, soslaya un cuento. Camina tres pasos. Un beso.
Glorioso encontrar lo que es nuestro en la carne de los imperfectos.

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